LA “CORONA MONUMENTAL” PARA LA TUMBA DE HUMBERTO Iº, OBRA DEL ESCULTOR ARDUINO
Por Oscar Andrés De Masi
Para el Círculo Italiano
2021
A finales del año 1900, fue expuesta en la vidriera de un negocio de arte de la calle Florida, la “corona monumental”, ofrendada por la colectividad italiana de la Argentina para adornar la tumba del rey Humberto Iº en el Panteón de Roma, donde el monarca había sido sepultado en agosto de ese año, al lado de su padre Vittorio Emanuele IIº.
El rey había sido asesinado al retirarse de un estadio deportivo en Monza, en julio de 1900, por un anarquista ítalo-estadounidense.
La muerte del rey había causado una profunda conmoción en las comunidades de italianos en todo el mundo, y en la Argentina, donde los peninsulares eran tan numerosos, hubo reiteradas manifestaciones de duelo y de homenaje póstumo.
El autor de la “corona” era el escultor italiano radicado en nuestro país José Arduino, que había trabajado en el taller de Camilo Romairone y ya comenzaba a hacerse un nombre en Buenos Aires, principalmente por sus trabajos funerarios para el cementerio de la Recoleta. Nueve años más tarde ejecutaría su principal obra monumental, que fue la estatua de Bartolomé Mitre para la plaza de San Isidro. Para la “corona”, colaboraron con él los artistas Torcuato Tasso, Rómulo Del Gobbo y Somadozzi.
La “corona” medía 1,80 metros y fue fundida en bronce en el establecimiento de José García, quien logró un trabajo de excepcional calidad. Incluía partes de oro fino, como el collar y la lanza de la bandera. La estrella era de plata oxidada.
El programa iconográfico luce algo recargado, porque, si bien Arduino echó mano a un repertorio de alegorías clásicas, la composición no lo es en absoluto, ta que, renunciando a la serenidad y el equilibrio de los elementos representados, el autor transitó una gestualidad realista y romántica a la vez, complacido en relieves tortuosos que generan efectos dramáticos. Puede decirse que la truculencia formal domina el diseño.
Se ubican allí, sin ningún deseo de simetría, los ramos de laureles, de palmas y de robles, un águila coronada posada sobre un trono vacío, que sostiene el collar de la “Anunziata” y el escudo de la casa de Saboya, la bandera con su vara, una figura femenina doliente de rodillas etcétera. La composición tiene bastante de “capriccio” y de anacronismo, por cuanto, para entonces, las “armas” heráldicas de Italia habían sufrido modificaciones.
Un juicio crítico advierte en esta obra una voluntad de forma modernista, toda vez que la “singolartitá”, en el extremo opuesto a cualquier señal de mesura y compostura clasicistas, se postulaba como máxima aspiración de aquella vanguardia peninsular. ¿Tal vez Arduino se permitió libertades expresivas que escatimaba para sus retratos académicos, sea bajo la forma de bustos, de efigies en medallones o en monumentos sepulcrales?¿Tal vez sus asistentes en el taller hayan aportado esa cuota de desapego respecto de los modelos clásicos para este tipo de tributo funerario? No lo sabemos. Pero está a la vista que se trata de una creación diferenciada en la producción de Arduino.
La escueta dedicatoria, calada en la base, decía: “A Umberto I, gli Italiani nell´Argentina”